Si el cristianismo oriental, desde el cisma con Roma siempre ha plasmado su espiritualidad en los conocidos iconos, en el occidente cristiano ha sido la imaginería religiosa la que se ha constituido en seña de identidad del rito latino y esas imágenes sagradas van enmarcadas ya desde época medieval en laboriosos y esmerados retablos que se constituyen en refinados marcos que albergan todo un mensaje en el que la fe se hace arte y cultura.

            Frente al huracán iconoclasta que supuso la reforma luterana, las ideas calvinistas y el cisma anglicano, la Iglesia Católica respondió con el Concilio de Trento, de sus constituciones conciliares y sobre todo de la piedad popular de los países católicos surgió con fuerza el genio imaginero que fue llenando durante el renacimiento y sobre todo desde el barroco, cada rincón de nuestras catedrales, monasterios e iglesias de impresionantes tallas, reflejo de un realismo dramático que hacia que los misterios de la fe entrasen por los ojos de manera simple pero a la vez impactante y profunda.

            Maravillosas tallas de Cristo y de la Santísima Virgen María así como de todos los Santos fueron plagando la geografía europea y de la América hispana, legándonos un impresionante patrimonio artístico de dimensiones verdaderamente desbordantes.

 Paz y Belén, dos inquietas asturianas, apasionadas del arte y de la historia, fruto de su amistad y de sus andaduras por medio mundo han querido acercarnos ese mundo de la imaginería y de los retablos, confeccionando unos retablos en miniatura en los que no falta detalle alguno.

El altar como punto de referencia de todo retablo, la capilla central con la imagen del misterio o del santo a la que el retablo esta dedicado, las capillas laterales en las que se recogen otras advocaciones u otros protagonistas de la santidad, en fin todo el genio imaginero expresado en nuestros días y realizado a una escala que hace posible que también en nuestras casas podamos disfrutar de esta maravillosa expresión en la que fe y arte, religiosidad y cultura van cogidas de la mano de manera indisoluble.